Moai (original)

A las 19:22 horas del 19 de enero de 1951 y durante el mandato presidencial de Gabriel González Videla, despegó desde La Serena el avión anfibio PBY «Catalina» bautizado luego como “Manu Tara” (pájaro de la suerte en idioma Rapa Nui) que tenía una importante misión: conectar por primera vez vía aérea al continente americano con Rapa Nui.

En esa época el acto fue narrado como una hazaña. De hecho, en sus memorias, el propio ex-mandatario serenense reconoce que la propuesta le pareció demasiado arriesgada y que, en principio, no estuvo de acuerdo con su concreción.

Relata en su libro que en diciembre de 1950 el comandante el jefe de la Fuera Aérea, general Aurelio Celedón, le solicitó una audiencia para pedir la autorización respecto de un proyecto patrocinado por esa jefatura. Venía acompañado por el capitán Roberto Parragué, que era el autor de la idea. “No contaba con mi aprobación, por cuanto en mi carácter de Jefe de Estado no quería asumir la responsabilidad de autorizar esta travesía en razón del riesgo que significaba un vuelo de esta naturaleza, con evidente peligro para las vidas de la tripulación”, detalla González Videla.

Se trataba, aduce, de una ruta de más de 4 mil kilómetros sin escala que se pretendía realizar en un avión de lenta velocidad y con equipos limitados. Pero, indica, se le persuadió y decidió dar luz verde a la proeza. “Se me convenció de que todo estaba calculado y previsto con exactitud matemática, habiéndose entrenado la tripulación desde hacía meses para emprender tan riesgoso viaje”, agrega.

Se fijó el 19 de enero para la partida, que sería desde el aeródromo de La Serena por ser el punto geográfico más directo con la Isla. Se estima que fueron más de 25 mil personas las que asistieron a despedir la nave el día del despegue. A las 18:40 horas del día siguiente, en Manu Tara aterrizó en el territorio insular, lo que provocó gran revuelo a nivel nacional, pero también entre sus habitantes.  

Según contaron los medios de prensa de la época, fue tal el agradecimiento que sintieron los pobladores en ese momento que «decidieron regalar» al Presidente uno de sus tesoros más preciados, un moai que sería traído hasta la ciudad de La Serena. Hasta ahora son pocos los antecedentes que existen de cómo se produjo el arribo de esta pieza arqueológica a la ciudad, si quiera un documento oficial al respecto del que se tenga conocimiento. De hecho, entre las justificaciones de su retorno a la Isla, se adujo que lo sucedido en aquella época fue un «autorregalo» y un «regalo forzado».

En una pequeña nota periodística publicada el 28 de mayo de 1952 (1 año y 4  meses después del vuelo del Manu Tara), se indica que se trajo vía marítima. Con el título “Llegó el mohais que adornará los jardines serenenses” se detalla que llegó al puerto de Coquimbo a bordo de la barcaza “Almirante Goicolea” y que sería trasladado desde allí a La Serena.

Con posterioridad, el 1 de junio de 1952, vuelve a aparecer una nueva información, que esta vez detalla que fue trasladado hasta el recinto del Regimiento Arica para ser colocado en sus jardines “constituyendo así un hermoso adorno para ese paseo militar”, precisa el escrito en donde se invita además a los habitantes de la ciudad a conocerlo.

Como era esperable, se generó gran curiosidad por apreciarlo. Así dan cuenta la cantidad de columnas y notas que se realizaron con posterioridad respecto del arribo. Una emotiva columna firmada por el Capitán Fernando Viaux el 3 de junio expresa sentidas palabras para darle la bienvenida: “Ha llegado a estas tierras después de largo y penoso viaje marítimo, uno de los objetos más notables” dice y agrega que “descansa ahora en la verde falda del Santa Lucía bajo los hermosos y erectos pinos que hunden sus raíces junto al estanque de agua de La Serena”. Menciona también este Capitán que una Misión del Museo Nacional catalogó e inventarió que en esa época existían 974 moais dispersos por toda la isla, “el que está en La Serena lleva el número 656”, especifica.

Días después, el reconocido arqueólogo regional Francisco Cornely también escribe una nota refiriéndose a la importancia que tiene este monumento. De hecho, cuenta que son diversos los moais que han salido de la isla que “ya han sido recogidos por expediciones científicas encontrándose en el extranjero valiosas colecciones como en el British Mussum, los museos de Berlín y Leipzis, en la facultad de filosofía y letras de Buenos Aires, sin contar numerosas colecciones particulares”.

Cornely destaca en esa oportunidad las gestiones que realizó González Videla “gracias a una iniciativa de nuestro digno presidente un barco del gobierno en su último viaje a esa solitaria isla nos trajo de allá uno de esos pétreos habitantes, naturalmente no el más grande, pero de buen porte para La Serena, que encontró colocación provisoria en el cerro Santa Lucia o del Regimiento”. Con esta última frase esgrime otro dato que a la postre va a ser muy relevante. Señala que se habla de “provisoriamente”, porque “creemos que su sitio definitivo debería ser el patio del nuevo edificio del Museo [Arqueológico] en construcción”.  

Pero pasaron los años y el anuncio que hiciera Cornely de ponerlo en este recinto no se concretó, por lo menos en el corto plazo. El moai siguió por más de 3 décadas apostado en los jardines del regimiento hasta que, en 1973, al producirse el golpe de Estado y restringirse el acceso de los habitantes al parque Santa Lucía, hizo que las autoridades de la época decidieran trasladarlo a un parque al costado de la avenida Colo-Colo.

Según Adriana Peñafiel, el cambio se produjo mientras Eugenio Munizaga era alcalde y ella trabajaba como Secretaria Municipal. Del año no hay claridad y no se ha logrado dar cuenta con archivos de prensa de la época. “Eso se hizo cuando se arregló la subida de la avenida Colo Colo, que era un terreno eriazo y se creó ahí un área verde”, cuenta Peñafiel.

Pero el verdadero motivo del traslado, dice Peñafiel, fue porque comenzó un debate acerca de que los moais, de acuerdo a la tradición y la cultura Rapa Nui, debían mirar hacia el mar “y bajo esa lógica y respeto se trasladó desde el regimiento a este lugar, donde tenía una vista privilegiada a la costa”.

En una entrevista a El Día publicada el 25 de septiembre de 1995 Eugenio Munizaga sostiene que en su periodo alcaldicio (1977-1986) se gestionó el traslado del moai. “En esa época, en coordinación con el Comandante del Regimiento Arica, logramos habilitar un lugar especial para el moai en la subida de calle Colo Colo, que era un sitio eriazo”, sostiene.

La otrora autoridad comunal explica que en el Plan Serena había quedado ese sitio sin poder habilitarse para el uso público “de manera que se convertía en un lugar especial y prominente de ese parque, donde se colocó el moai con una firme base, teniendo como orientación la Isla de Pascua para mantener el contacto con el continente”, puntualizó.

Estas declaraciones Munizaga las expresa justo cuando ocurre otro hecho que marcó la historia del moai en La Serena: se va a préstamo para una exhibición en Europa y se le produce una fisura, generando gran polémica y cuestionamientos por haberlo cedido.

Según noticias de diario El Día, en marzo de 1995 el monumento emprendió viaje a Italia, para participar de la exposición “La Tierra del moai: de Polinesia a Isla de Pascua” que se desarrollaría en la ciudad de Milán. En ese momento, fue el propio Eugenio Munizaga, quien ocupaba para es entonces el cargo de diputado, quién expresó las críticas más duras por el préstamo: “Hay una clara apreciación que trasladarlo a Italia no es, en ningún caso apropiado, porque es un monumento de los dos que existen en Chile continental” señaló e hizo énfasis de hecho en que lo que debería haber operado era trasladarlo al Museo Arqueológico por el gran deterioro que estaba teniendo producto de la erosión y al estar a la intemperie.

Adriana Peñafiel, quien era la alcaldesa de la comuna ese año, recuerda que fue el entonces ministro Secretario General de la Presidencia, Genaro Arriagada, quien se contactó con ella para hacer la solicitud. “Me llamó personalmente por encargo del Presidente Eduardo Frei RuizTagle para decirme que había una feria en Milán y en el pabellón chileno querían presentar un moai. Consideraban que el más adecuado para poder trasladarlo era éste, que tenía todas las condiciones para ser transportado”.

Respecto a la fisura, Peñafiel señaló: “Le dije que era un hecho muy lamentable, que se salía de todo control, que lo devolvieran inmediatamente y que lo tenían que restaurar”. Manifiesta que efectivamente se produce la reparación, pero luego la vuelve a llamar el ministro y le solicita trasladarlo a otra feria, esta vez en Barcelona, España. Cuando se producía el traslado, nuevamente se dañó. La noticia fue dada a conocer por un medio nacional y confirmada por el entonces conservador (s) del Museo Arqueológico, Gabriel Cobo.

Llovieron las críticas en la prensa local. Se habló de “Indignación”. Se relata en las notas de prensa que Cobo se puso en contacto con la Corporación La Caixa quienes asumieron la responsabilidad de llevarlo, para que tomaran las medidas pertinentes para repararlo. Los dardos apuntaron al entonces director del Museo Arqueológico y representante del Consejo de Monumentos Nacionales, Gonzalo Ampuero, pero éste señaló que la decisión se había tomado a nivel central.

Ampuero señaló tiempo después: “El accidente ocurrió en España, por deficiente manipulación del equipo técnico español en Barcelona. La noticia llegó de inmediato a Chile.  La entonces encargada chilena de llevarlo fue incapaz de prevenir que podría ocurrir tal accidente. La reacción inmediata fue hacer cumplir lo expresado en los seguros (reparación impecable y pagos por pérdida de su valor intrínseco, tras el daño recibido). A pesar de lo sucedido, se decidió mantener el programa hacia Burdeos”. Agrega que se le encomendó hacerse cargo de su traslado hacia Burdeos, luego de su restauración. “Tras mi cometido, regresé a Chile, siguiendo las instrucciones que me habían dado, pero nuevamente sufrió un accidente en el mismo lugar por falla al instalarlo en la sala en que sería expuesto. Nuevamente, los “especialistas” europeos no eran tales. Error por ahorro de viáticos”, contaba con molestia.  

Tras esos hechos, Adriana Peñafiel sostiene que la recomendación de los restauradores y del Consejo de Monumentos Nacionales fue que tenía que quedar resguardado y no a la intemperie. Fue ahí cuando se toma la decisión de trasladarlo hasta las dependencias del Museo Arqueológico.

Llegó a Chile un año y 8 meses después de haber partido, en octubre de 1996. Debido a las complicaciones que existieron, se realizó un pago a forma de indemnización de 20 millones de pesos, con los cuáles se construyó una sala especial en el Museo, proyecto que fue diseñado por el arquitecto Pedro Broquedis.

Peñafiel recuerda otro hecho que quedará para la anécdota. Tras los inconvenientes, indica, se toma la decisión de trasladarlo al museo, pero cuenta que le exige al ministro Genaro Arriagada que se construyera una réplica en el sitio que ocupaba en Avenida Colo Colo. “Hubo un incumplimiento por parte del gobierno de ese momento. Yo les dije que dado que nos íbamos a quedar sin el moai en Avenida Colo Colo, me tenían que entregar una réplica para ponerla allí, se comprometieron a entregarla, lo que nunca ocurrió. El ministro Arriagada, por voz del Presidente, en ese tiempo me dijo sí, si lo vamos a hacer, pero ahí quedó un pendiente con La Serena”, precisa.

Pasaron décadas con el moai siendo exhibido en el Museo Arqueológico hasta que los representantes de los habitantes de Rapa Nui iniciaron una campaña internacional para traer de vuelta a la Isla todos aquellos elementos con valor cultural para los isleños. El 24 de julio de 2018, la comunidad Rapa Nui, a través de su Consejo de Ancianos, solicitó el apoyo del gobierno para que el Museo Británico de Londres devolviera el moai que se encuentra en sus instalaciones, alegando que estas infraestructuras forman parte del patrimonio de esta cultura, el que deben recuperar.

Luego, el 17 de septiembre de ese mismo año el presidente de la comunidad Ma’u Henua, Camilo Rapu, manifestó que realizaron un estudio que devela que existen a lo menos 20 estructuras de este tipo que se encuentran fuera de la isla, en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, el Vaticano, Noruega y Rusia, además de Viña del Mar y La Serena.

Son parte de una cultura a la que se ha arrebatado parte de su historia. Los moais son de Rapa Nui. En las vitrinas de un museo no demuestran lo que son en su realidad mística y cultural. Es acá, en su tierra, con su gente y sus tradiciones, donde deben estar.

Camilo Rapu, presidente de la comunidad Ma’u Henua

En noviembre de 2018, el Concejo Municipal vota por su devolución, llegando a un acuerdo con los isleños de que regalen una réplica del moai que será devuelto.

La réplica del moai ya se encuentra realizada e instalada en la ciudad mientras se espera el retorno del original a la isla que debe ser gestiondo por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Si te interesa saber más del nuevo moai, te invito a leer la siguiente entrada destacada en rojo:

Moai (réplica)

Figura tallada en piedra caliza de 3.10 metros de largo, 1.20 metros de ancho y 4,5 toneladas.

Fuente de información:
1. Reportaje La historia de cómo se gestó la llegada del moái a La Serena por Daniela Guajardo en Diario el Día.
2. Noticia Isla de Pascua reclama regreso de patrimonio repartido en La Serena y Viña del Mar en El Día.
3. Noticia Concejo municipal de la Serena se inclina por devolver el moai a Rapa Nui en El Día
4. Noticia Ofician a Consejo de Monumentos Nacionales agilizar traslado de moái en El Día
5. Noticia Moái de La Serena será devuelto a Rapa Nui en El Día
6. Noticia Moái de La Serena sería el primero en la historia en retornar a la Isla Rapa Nui en El Día
7. Noticia Traslado de moái a Rapa Nui tiene fecha, pero aún no obtiene su financiamiento en El Día