La arquitectura historicista fue un conjunto de estilos arquitectónicos que centró sus esfuerzos en rescatar los estilos arquitectónicos de otros tiempos pasados. Desarrollado desde el siglo XVIII, alcanzó su punto máximo en obras del siglo XIX. Se trataba de imitar estilos arquitectónicos de otras épocas incorporándole algunas características culturales de ese siglo.
El estilo ecléctico se define como la combinación de varios estilos o corrientes en una sola composición o diseño. El eclecticismo es característico de los estilos del arte europeo desde el comienzo del historicismo decimonónico. En la arquitectura, el eclecticismo es la cita de elementos de estilo arquitectónico de varias épocas pasadas en una nueva estructura. Aparece avanzada la segunda mitad del siglo XIX como reacción a las normas y cánones estrictos del estilo neoclásico que comenzaron a interpretarse como límites a la libertad del arquitecto.
La arquitectura ecléctica toma sus raíces en la arquitectura historicista. Si la arquitectura historicista se dedicaba más a imitar y actualizar a las corrientes de la antigüedad (como el estilo neogótico con la arquitectura gótica medieval), la arquitectura ecléctica se dedica principalmente a la combinación de corrientes arquitectónicas para dar forma a algo nuevo. Lo que harán los arquitectos y artistas en general de esa época será escoger de toda la Historia del Arte lo que más les interese. De esta manera, en el mundo florecieron una gran cantidad de estilos «revivals» o «estilos de época» que fueron importados y re-experimentados en el país.
Esta reacción ecléctica nació de la preocupación de los países europeos por buscar un estilo nacional representativo de cada uno. Para ello, cada país inició una prospección de sus propias obras arquitectónicas, con el objetivo de decidir qué periodo de su pasado reflejaba mejor el espíritu de la nación, basándose en el redescubrimiento de los esplendores de antaño mediante la naciente arqueología como disciplina científica. Chile, al igual que otros países del continente, participó del movimiento de construcción de una arquitectura nacional. Sin embargo, no buscó en su propio pasado un modelo a actualizar, sino en el pasado de los países europeos con los cuales sus élites se identificaban.
Lo que se hizo fue integrar en los nuevos edificios el conocimiento de la historia del arte con la ciencia y la técnica del momento, y daba la oportunidad de utilizar cualquier elemento arquitectónico conocido, que con frecuencia se sometía a una depuración de actualización. Su éxito y particularidad se basó en la posibilidad de elegir para cada caso la opción que mejor se adaptaba al propósito de la obra, permitiendo combinar diferentes estilos al mismo tiempo sin dar lugar a aparentes problemas de coherencia estilística. Y para adaptarse a las necesidades del momento, supo aprovechar y poner a disposición de la obra las nuevas técnicas y materiales de la arquitectura industrial y del acero.
Respecto a la arquitectura ecléctica de este periodo en la zona, se caracterizó por la persistencia de una carpintería muy elaborada aunque, a diferencia del periodo neoclásico, no se ciñe tan estrictamente a un orden. También se desarrolla la composición de acento vertical. Se tratan los muros de fachadas con resaltes, pilastras o cadenas simuladas. Además, se mantienen los antetechos. Por otro lado, aportan la incorporación de estructuras de hormigón armado. En este periodo, sobresalen los arquitectos Viera, Álvarez y Espinoza.
Casa González Videla
Se encuentra emplazada en el solar que perteneció al refundador de la ciudad, Francisco de Aguirre. Es la única construcción civil del siglo XIX existente en torno a la Plaza.
Ya hacia 1930, aparece la influencia de la Exposición de Artes Decorativas de París, que modifica algunos ejemplares de arquitectura anterior, al insertarles pilastras de cemento ranuradas en portadas y vanos.
En general, el entusiasmo por la arquitectura histórica comenzó a declinar en la década de 1930 y el eclecticismo arquitectónico se eliminó progresivamente de los planes de estudio de las escuelas de diseño, en favor de un nuevo estilo. El cambio hacia el modernismo fue significativo, ya que muchos lo consideraban de vanguardia y la nueva tecnología y los materiales que se producían en ese momento permitían una mayor innovación.
Igualmente, este desenlace general puede ser matizado en esta zona. Por un lado, este fue un período en el que coexistieron muchas tendencias entrecruzadas, sin que ninguna llegara a ser predominante. Por otro lado, a mediados de siglo se desarrolla el Plan Serena, que actualiza y mantiene vigente al estilo neocolonial. Sin embargo, este último adquiere unas características que lo distinguen de las otras soluciones historicistas y eclécticas de la época en La Serena y Coquimbo, por lo que debe ser tratado aparte.
Fuentes de información: |
2. Publicación del Consejo de Monumentos Nacionales
3. Diapositiva del Centro Histórico de La Serena, Seminario Internacional Experiencias de Revitalización de Centros Históricos.
4. Entrada «Arquitectura Ecléctica» de Enciclopedia.us.es
5. Entrada de Arquitenpolis
6. Entrada en FenArq
7. Artículo Unidad y Distinción: el eclecticismo en Santiago en la segunda mitad del siglo XIX de Solene Bergot